Este domingo llega al Teatro Mayo: Rotos de amor

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Cuatro amigos que cargan con unos cuantos fracasos sentimentales sobre sus espaldas son los protagonistas de la obra que se presentará en San Francisco.

La versión de «Rotos de amor», de Rafael Bruza, dirigida por Andrés Bazzalo, tiene además de los méritos de su texto el anzuelo de actores como Pepe Soriano, Víctor Laplace, Hugo Arana y Osvaldo Laport, con lo que se perfila como uno de las obras más convocantes de la temporada de invierno en el Teatro Mayo de nuestra ciudad.

Se presentarán el próximo domingo 21 de julio, a las 21.

La obra

El actor y dramaturgo Bruza surgió en Santa Fe hace varias décadas, tiene numerosas obras estrenadas en las que cultiva una auténtica picaresca criolla y en la actualidad cubre el papel de «Tatita» en «Terrenal», que Mauricio Kartun viene paseando por escenarios argentinos y de otros países.

«Rotos de amor» es una de sus piezas más frecuentadas por la pericia con que hurga en el espíritu de cuatro hombres mayores sufrientes por amor, por el diálogo afilado y repentista y porque da auténtica oportunidad de lucimiento a los intérpretes.

Al parecer, los cuatro pertenecen al gremio de los visitadores médicos, donde desempeñan tareas sindicales y todo da una apariencia de otros tiempos: visten de traje, usan pequeños portafolios, no existe el celular y todos se tratan rigurosamente de usted, tomando como una afrenta algún tuteo inoportuno.

Uno de ellos (Laport) es un infeliz reubicado en la piecita del fondo, mientras su mujer ha pasado a formar pareja con un profesor de tango y la mascota de la familia, una perra, lo tiene a maltraer; lo suyo es observar los devenires de la fémina y su nuevo acompañante a través de una ventana superior.

Otro (Arana) espera pasar durante años a la mujer que ama aunque ella no lo sabe e incluso se casa y tiene hijos, pero el hombre siente por ella un amor intenso como el cortés del Medioevo, mientras desahoga su libido fotografiando parejas de perros en el momento del apareamiento.

Un tercero (Laplace) fue echado de la casa porque su esposa no soportaba sus ronquidos y sueña que de algún modo, incluso cayendo en la ridiculez de una serenata bajo el balcón, poder volver al lecho legítimo.

Y el cuarto (Soriano), conocido como El Mudo y cuyos sonidos guturales siempre traducidos, a veces con sorpresas por el personaje de Garzón, revela más allá de la mitad del espectáculo, su amor incorruptible y tanático por su esposa muerta hace 15 años.

Si bien todo lo que sucede tiene un perfil coral, ya que los personajes interactúan, opinan, discuten incluso con graciosa violencia los problemas de cada cual, una de las virtudes del director Bazzalo es haber puesto principalmente la acción sobre los hombros de Laport, que supo ser en el pasado el «Indio Catriel» y el boxeador «Guido Guevara» y ahora muestra en su madurez una saludable vis cómica.

El atractivo del espectáculo radica, más que nada y por encima del clima general de jarana, en tocar temas oscuros como la soledad, la desazón, el recuerdo del sexo y la pulsión de muerte, en manos del probado cuarteto de comediantes, casi siempre alineados de cara al público, para demostrar que debajo de los estereotipos sociales pueden latir corazones de lo más sensibles.

FUENTE: La Voz de San Justo

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