Huracán, Racing y un árbitro demasiado protagonista

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Huracán, Racing y un árbitro demasiado protagonista

El equipo de Zielinski lo ganaba por arrestos individuales. Pero retrocedió en el segundo tiempo. Caruso Lombardi hizo cambios positivos y en una jugada polémica en la que Vigliano no cobró falta, Pussetto clavó el 1 a 1.

Pussetto sale a festejar su gol y mira de reojo a Vigliano. (Foto: Juano Tesone)

Pussetto sale a festejar su gol y mira de reojo a Vigliano. (Foto: Juano Tesone)


El Secreto de sus Ojos ganó un Oscar en Parque de los Patricios, pero Racing no le saca lustre al suyo. Romero, el jugador dorado, deja la cancha después de correr contra la raya, confinado a ser un actor de reparto en un conjunto de voluntades carentes de protagonismo, mientras sus volantes centrales ni siquiera están a la altura del teatro under en la marca. Entonces, Huracán se adueña de la marquesina. Con Angulo, Montenegro y Mendoza, esos cambios que mejoran una película que parecía tener final incierto para su técnico y opacan el cartel de defensivo que le cuelgan hace tiempo. Y llega la última escena. Desborde del ecuatoriano, remate del Rolfi, tapada de Orion, plancha de Pussetto. Gol. Empate. Explosión de broncas contra Vigliano. Y en la jugada siguiente, una mano de Pillud que el árbitro, intérprete de una noche oscura, no considera penal. Es el desenlace de noventa minutos atrapantes. Y la moraleja de un resultado que no deja de ser un premio para la búsqueda de Huracán y un castigo para la poca ambición que mostró Racing, especialmente en el segundo tiempo. Justo antes del clásico de Avellaneda, nada menos.

Porque al margen de la plancha que resolvió el partido, Racing no pateó una sola vez al arco en el segundo tiempo. ¿Tanto costaba prescindir de Aued -flojo en el quite y en el juego- o del Pulpo González – de buen pie, pero desperdiciado en el roce- cuando Fritzler ya se había transformado en el líder de la recuperación del Globo en el medio? La pelota nunca llegó limpia arriba porque no hubo conexiones. A tal punto, que Lisandro López tuvo que retroceder varios metros para poder participar del juego. Y Romero, dicho está, poco puede influir orientado a la derecha. Cuando quedó en posición de «10», reventó el poste izquierdo de Marcos Díaz.

Racing aprovechó la jerarquía individual y los espacios que le dejó Huracán, justo cuando se animaba a dejar sus ataduras y empezaban a conectar sus hombres de ataque en un primer tiempo desabrido. Y Acuña dejó claro que se trata de un futbolista de Selección. Con la potencia de un tractor ganó la pelota en la mitad de la cancha, dejó en el camino a Carlos Araujo y a Risso y metió un desborde extraordinario que capitalizó Lautaro Martínez. Sí, el pibe que tenía la misión de reemplazar a Bou mostró categoría en el corazón del área para anticipar a todos. Fue un movimiento bárbaro. Y la Academia, en el preciso instante en el que peor la estaba pasando en Parque Patricios, se puso en ventaja.

Hasta ese momento, Huracán había intentado acompañar a Barrales con tres volantes ofensivos. Caruso, consciente de que heredó un plantel con limitados recursos, dejó en el banco a los referentes y buscó renovar el equipo con el pibe Iritier, movedizo enganche surgido de La Quemita. Junto a Romero Gamarra, hábil e incisivo por afuera; y Pussetto, rápido, directo, detrás del “9”, buscó hacerse fuerte en ofensiva. Y el Globo levantó vuelo cuando el juvenil se hizo cargo del juego. Pero durante un buen rato el bochazo ganó la escena, seducidos por la altura de su centrodelantero.

Caruso cambió a Mariano González, que no había sido salida limpia en el mediocampo. Y le dio pista a Julio Angulo. Entró bien el ecuatoriano. Volcado por izquierda y rotando posiciones con Iritier. Empujado por Fritzler, un todo terreno, Huracán se hizo amenazante. Y lo encerró a Racing con mucha presión en el arranque del segundo tiempo. Sin embargo, no tuvo poder de fuego. Pero lo dejó venir la Academia. Araujo metió un bombazo que pegó en el travesaño.

Hasta que llegó el empate de Huracán, súper merecido. Y la polémica, claro. Y el éxito de Caruso Lombardi sobre Zielinski, justo dos técnicos que se criaron en el barro del Ascenso y se conocen como pocos. Fue el estratega del Globo el que terminó con una sonrisa, aliviado. Esta vez, por ser más audaz.

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Source: Deportes

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