Cómo es Hola Mundo, el nuevo disco de Tan Bionica

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3 estrellas y media

Después del golpe radial de «Ella» en 2012, Tan Biónica se convirtió en una verdad incómoda para el rock nacional. Con melodías pomposas, imaginería nocturna, psicología adolescente y sintetizadores dance, el grupo ocupó una zona vacante en el mapa de la música pop en Argentina: un lugar puertas afuera de la sofisticación de Babasónicos y que el rock siempre despreció, en el que crecieron como un suceso entre el pop ATP de Miranda! y Violetta, la grandilocuencia melódica de la era Circo Beat de Fito Páez y la sugestión hormonal de cantantes románticos como Abel Pintos o Axel. Una fórmula ambiciosa y desprejuiciada con la que cuatro outcasts de la escena consiguieron impactar en el corazón del mainstream y construir su propia mitología de justicieros pop vestidos con uniformes de conquista.

Tan Biónica nunca fue un grupo sutil, pero ¿desde cuándo el pop tiene que ser sutil? En Hola mundo hay arpegios de guitarra acústica para transmitir emocionalidad, teatralidad lírica, riffs de sintetizadores para noches enloquecidas en la ciudad, arreglos de música clásica y golpes de efecto empujados por cambios de tempo.

Sin embargo, todo suena más orgánico que nunca, y mejor. Si Obsesionario (2010) fue el disco con el que dieron el zarpazo y en Destinología (2013) cristalizaron la fórmula del éxito (Chano Moreno Charpentier pulió su lápiz de cantautor torturado en la piel de un bolichero en «La melodía de Dios»), este nuevo álbum es el comienzo de una transformación que lleva a TB a la altura de sus nuevas ambiciones. Bambi Moreno Charpentier y Diego Lichtenstein toman el mando de la producción y calibran el grupo con el sonido hi-fi del rock-pop global que incluye a Maroon 5, Vampire Weekend y Coldplay, al que vienen estudiando con pasión de nerds. Es un set de diez canciones que después de una obertura compuesta por Bambi y grabada por la Filarmónica de Praga, se desliza hacia una intro procesada de teclado y guitarra que pone el disco en un estado de levitación pop futurista: el comienzo de un gran viaje.

En «La manera que eligió para matarme», el futuro del grupo convive con casi todos sus clichés: el track empieza con una percusión que rebota sobre un latido electrónico y a la que se suman cuerdas procesadas antes de caer en un estribillo hipnótico en el que la voz duplicada de Chano repite sobre el loop: «Pienso en ti, pienso en mí». Tal vez sea la primera vez que consigue convertir verdaderamente sus obsesiones en materia pop y puede que sea uno de los mejores momentos musicales que un grupo nacional nos entregue este año. Después, unos compases aparatosos de marcha militar rompen el efecto, pero no importa, alcanzamos a escucharlo.

La voz de Chano sigue constituyendo la identidad de TB, aunque las limitaciones de su registro a veces quiebran el preciosismo al que aspiran. Sus letras viajan por el sur de Santa Fe, la Mesopotamia, el jardín de su casa, el Raval de Barcelona, la ruptura con Celeste Cid, frases en inglés y francés, recuerdos de su padre y, por momentos, ya no suena como una víctima de sí mismo.

Hacia la mitad del álbum, asistimos a la consumación de la nueva escala de TB con la aparición de Juanes en «Un poco perdido», un hit radial con una explosión acústica sobre la programación del estribillo que demuestra que ya están listos para entretener a las audiencias latinas. Desde el feat. de Cerati con Shakira, el pop nacional no ofrecía una colaboración de esta escala.

«No me atreví a sugerirte que te mueras» es una cajita de música que se contamina mientras Chano se admite como uno de «los que mentimos en las terapias». Cuando su registro gana intimidad y queda a punto de quebrarse, por primera vez en el disco TB no necesita ningún artificio para conmover y abre una pregunta que sobrevuela toda la obra. ¿A dónde va a llevar Chano su voz en esta nueva etapa?

Por Juan Morris | Ilustración de Diego Tripodi

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