Nicolás recuperó las prótesis en tiempo récord

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Al terminar 2014 conocimos la triste historia de Nicolás Galván y su familia. Este niño de 3 años con amputación congénita en sus dos piernas que había sido víctima de la inseguridad, después de que le robaron sus costosas prótesis.

Pero a menos de dos semanas, el pequeño ya está de pie sobre sus piernitas nuevas fruto de la generosidad de una empresa alemana que decidió enviarlas con una celeridad increíble.

“En Alemania el dueño de la fábrica se enteró de nuestra situación y decidió que deberíamos recibirlas con urgencia”, contó María, la mamá de Nico. Ella le explicó a Día a Día que normalmente las prótesis Ottobock demoran entre seis y nueve meses en llegar. “Cada una es personal. Es única, por eso son tan caras y complicadas de hacer”, señaló, mientras que con una indisimulable sonrisa remarcó: “Éstas son de él y para él, por eso desde que llegaron no para de andar, jugar y divertirse”.

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Felicidad, paz y alegría son las palabras repetidas en boca de cada familiar que relató lo sucedido. Ver al pequeño jugar hizo brotar las lágrimas de su abuela Carmen: “No puedo describir mi alegría, es que hacía días que pedía poder caminar”, dijo sin dejar de insistir: “Es un niño tan bueno que se merece poder disfrutar”.

En el trascurso de estos días, la balanza de los “sí” pesaron más que las demoras de la obra social y algunos contactos que no dieron su apoyo. Es que a través cientos de llamados, vecinos y cordobeses desconocidos ofrecieron su mano. Pero la última noticia alegró a todos, ya que la familia de Nico tendrá una casa propia.

Sin duda contar con condiciones más cómodas facilitará el normal crecimiento del pequeño. “Tenemos un terreno y desde el Ministerio de Desarrollo Social nos han ofrecido levantar una habitación y un baño como ayuda para que podamos construir una casita”, dijo la joven madre, que junto con su marido cuidan de tres hijos en Unquillo.

La experiencia de haber transitado la dificultad y hoy volver a reír no escapa al que ingresa a ese patio. Su hermano Gabriel de 9 años cuenta con gracia: “Ahora con las prótesis puestas volvió a darnos patadas”. En tanto, su primo Alejo insistió en mostrarnos lo bueno que es Nicolás jugando al futbol: “¡Pegále una patada, dale, dale, dale!”, son algunos de los gritos de aliento que se escucharon mientras dura su demostración.

María le hizo cosquillas en la panza, al mismo momento que ayudó al pequeño con las prótesis. Se miraron, besaron, rieron juntos, códigos que sólo ellos conocen.

Acá ya pasó la tristeza, lo que nunca se borra es la cara de Nicolás cuando el ortopedista trajo sus nuevas prótesis: “Lo besaba, lo abrazaba, estaba feliz de poder volver a caminar y nosotros llorábamos de alegría”, susurró la luchadora mamá.

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