Damián Bernarte fue elegido por los sanfrancisqueños como intendente municipal para el período 2023 – 2027. Luego de dos intentos fallidos en los que disputó la intendencia con el oficialismo que gobierna la ciudad desde 2007, aquella unidad que se forjó en los últimos años le permitió a Bernarte acceder al máximo sillón del Palacio Tampieri. Ello, más allá de que desde hace más de un año ejerce ese cargo por la asunción de Ignacio García Aresca como diputado nacional.
A pocos meses de haber atravesado un difícil momento de su vida y reponerse de las heridas recibidas por un ataque con arma de fuego, Bernarte recibió el respaldo de la ciudadanía sanfrancisqueña. Así, una vieja y repetida frase calzó anoche de modo perfecto: la tercera fue la vencida para un dirigente que, según quienes lo conocen bien, se preparó durante años para gobernar la «mejor ciudad», según sus propias palabras.
A la medianoche, escrutadas el 95,21% de las mesas, Hacemos Unidos por Córdoba obtuvo 16.274 votos (42,35%), contra 13.370 (35,73%) de Juntos por el Cambio. En la elección para gobernador, la ventaja de Martín Llaryora sobre Luis Juez se aproximaba al 20% (52,18% contra 32,46%).
Un corte para analizar
Como se venía atisbando, el eje en la gestión municipal que imprimió luego de que se repuso de sus heridas fue, quizás, un atributo importante a la hora de las preferencias de los ciudadanos sanfrancisqueños. Sin embargo, la elección municipal en San Francisco estuvo también marcada por la polarización. Pero el dato más significativo fue que la victoria de Martín Llaryora sobre Luis Juez en la ciudad fue mucho más abultada que la que consiguió Bernarte sobre el candidato de Juntos por el Cambio, Marco Puricelli.
Es decir que, en la elección de ayer en San Francisco, hubo un importante «corte» de boleta que se verificó entre la elección para gobernador y la estrictamente referida al cargo de intendente. Martín Llaryora superó el 50% de los sufragios, mientras que Bernarte obtuvo un 10% menos. Una factible explicación es que muchos votos a gobernador para Llaryora derivaron hacia la lista de la Democracia Cristiana, liderada por Gustavo Piscitello, quien con casi el 4% consiguió la mejor performance entre las agrupaciones minoritarias que compitieron. No obstante, quedan aproximadamente 15 puntos porcentuales que colocan signos de interrogación. Es que, mientras la diferencia en la elección a gobernador se extendió a más de 20 puntos a favor del sanfrancisqueño, en la contienda municipal la distancia se achicó a poco más del 7%. Se trata de un dato significativo que obligará a un análisis profundo al interior del oficialismo.
No obstante, la victoria de Bernarte ha sido incuestionable. La voluntad de la ciudadanía sanfrancisqueña determinó que los próximos cuatro años estén alineados nuevamente con el gobierno provincial. Este acercamiento, se presume, tendrá aristas particulares en virtud del nuevo habitante principal del Panal.
El resultado de la oposición
En la vereda de enfrente, Juntos por el Cambio se asumió una derrota «con reservas», planteando dificultades en el sistema de Boleta Única y adjudicando el resultado al supuesto «arrastre» de la figura de Martín Llaryora. Sin embargo, la elección culminó por una diferencia que, a prima facie, se esperaba que fuera más amplia. Ese aproximado 7 % deja tela para el análisis posterior. Porque significa para Juntos por el Cambio un piso más elevado que el que se presumía en principio. Pero un piso muy superior al conseguido en la elección municipal de 2019 y que, a la vez que genera algo de satisfacción en medio de la desazón por no haber alcanzado el objetivo, obliga a seguir trabajando unida a la principal fuerza opositora en la ciudad, objetivo que no siempre pudo alcanzar.
El panorama para las restantes agrupaciones políticas que participaron de la elección fue desalentador. Fueron las principales víctimas de la polarización. Más allá de que Gustavo Piscitello logró ubicarse en la tercera posición, su performance llegó al 4% de los sufragios. Algo similar ocurrió con el actual concejal Andrés Romero que no pudo revalidar su banca en el Concejo Deliberante y con Germán Cassinerio, de La Libertad Avanza, con poco más de mil adhesiones en las urnas. Encuentro Vecinal Córdoba y el Frente de Izquierda apenas superaron el 1%, sepultando sus expectativas que, de todos modos, quizás nunca fueron demasiado ambiciosas.
Finalmente, si bien el porcentaje de votantes fue más que aceptable (superó la media provincial), por imperio también de la polarización que se evidenció en el escrutinio, el voto en blanco se convirtió en la «tercera fuerza» con casi un 8%. Si bien la interpretación más extendida es que este fenómeno se debe al malestar de la gente con la política, fueron varios los presidentes de mesa que señalaron su sorpresa frente a la cantidad de votos en blanco que existían en categorías de legisladores y concejales, por ejemplo. Es posible, por lo tanto, que una parte de los sufragios en blanco se deban al desconocimiento de los votantes en el uso de la Boleta Única.
Fuente:La Voz de San Justo