El fútbol es humano y debe seguir siendo un deporte humano
La AFA y el uso de tecnología
Encanto. Algo de la popularidad del juego se debe al debate por el error arbitral y evitarle le quitaría gracia.
El juego del fútbol es mucho más que una actividad deportiva. Es uno de los fenómenos sociales más grandes de la historia. De otra manera no podría entenderse su repercusión internacional por la que la FIFA tiene más federaciones afiliadas que los países del mundo que alberga la ONU. Comprender el fenómeno no puede reducirse a la simple interpretación de las características de un partido porque la cuestión va mucho más allá. Si al fútbol se juega en todas las latitudes. Si no distingue de nacionalidades, ni de razas, ni de etnias. Si el amor a las camisetas de los clubes pasó a ser un sentimiento sagrado, hasta la exageración. Si en nombre de ese sentimiento no importa lo que realmente pasó sino lo que uno quiso ver con la miopía de sus colores sobre sus ojos. Si las dudas de una jugada no se disipan ni siquiera ante las evidencias más nítidas. Y si las discusiones pueden extenderse por días o por semanas. Si la memoria de las injusticias -aun verdaderas- se recuerdan por años y sirven para disfrutarlas o padecerlas como parte de un folclore inalterable. Si todo sigue igual, con certezas y equivocaciones, con discusiones que provocan enemistades. Si todo eso es el fenómeno del fútbol, si desde allí nace su popularidad incomparable parece inútil buscarle caminos para que todo sea cierto, indiscutible. Eso desde el aspecto social que simboliza. El fútbol es un deporte humano, con errores humanos y ese es uno de los secretos de su éxito. Ahora las decenas de cámaras que registran a los partidos profesionales exponen la falibilidad de los árbitros, las verdaderas víctimas de la tecnología. Y ellos aspiran a que esa misma tecnología sea su aliada para salvar sus errores. Está bien. Pero sería demasiado engorrosa la implementación y la demora según lo que se reclame y según las veces que se permitan las verificaciones. Está bien que se establezcan los dispositivos en los arcos (en los que se pueda) para saber si una pelota entró completamente al gol. Y nada más. Está bien que se sume un árbitro detrás de cada arco para ayudar al principal en las acciones de las áreas. Pero el fútbol debe seguir siendo humano. Porque esa es su mayor riqueza. Si hasta sirve como moraleja para esta reivindicación del fenómeno el primer gol de Boca frente a Gimnasia el último domingo. El balón le dio en una mano a Tevez. El árbitro Baliño -desde cerca- hizo claras señas de que había sido “casual”. Hubo gol y protestas múltiples de los jugadores locales. Hasta una expulsión. Curiosamente, la decena de cámaras que tomaron la acción no pudieron establecer nítidamente el toque del balón en la mano. El fútbol es un fenómeno social. Humano. Con errores humanos. Y eso lo distingue.
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