Seguramente, los que levanten la mano serán muy pocos, pero los riesgos de sentarse en el inodoro con el teléfono son muchos.
El motivo es simple: nuestro aparato se convierte en un transportador de elementos que podrían enfermarnos. “Los baños están cubiertos de gérmenes, patógenos y bacterias entéricas del tracto intestinal, que provienen de la materia fecal”, explicó el profesor de microbiología de la Universidad de Arizona, Charles Gerba.
La perilla de la puerta, las canillas y el piso son las partes más sucias. Inclusive, cuando pensamos que todo está impecable: “Cuando tirás la cadena, el agua del inodoro, con popó y orina, se rocía a unos dos metros en todas direcciones”, amplió el profesor Kelly Reynolds al portal BuzzFeed.
En los baños de uso público el problema es todavía mayor: en distintos test se encontró agua sucia del inodoro en el dispenser del papel higiénico, tan usado para apoyar los teléfonos. «Cada vez que apoyas tu teléfono, se contamina con gérmenes y materia fecal», sentenció Reynolds.
Norovirus, salmonella, Escherichia coli y otras enfermedades diarreicas son las principales que nos puede terminar transmitiendo nuestro aparentemente inofensivo celular. Según la Universidad de Arizona, nueve de cada diez teléfonos tienen microbios que pueden causar enfermedades y el 16 por ciento tiene restos de materia fecal. Así como lo escuchás: un completo asco.
