Festival de Jesús María: apagón, yegua grave y el show de Jairo imperdible

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La apertura de la edición 50 del Festival de Jesús María quedará, sin dudas, para la historia porque comenzó con el pie de derecho, se torció a poco de iniciar, y se enderezó cuando la zozobra parecía haber alcanzado a las autoridades de la comisión directiva. Es que tuvo que padecer un corte parcial de energía durante dos horas cuarenta, un tiempo impensable en el que no hubo posibilidad de explicar a la multitudinaria concurrencia qué estaba pasando y mientras de dudaba sobre la posibilidad de poder reanudar la programación original.

  • Jesús María reanudó su noche inaugural tras dos horas de apagón
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Extraoficialmente, se señaló que hubo una sobrecarga sobre una de las fases que alimenta al anfiteatro -específicamente la fase que le permite al gigante tener sonido- y es por eso que el José Hernández enmudeció. En ese momento, quienes la guapearon fueron los integrantes de la banda de música de la Escuela de Suboficiales de Gendarmería Nacional que ejecutaron todo tipo de piezas durante las dos horas cuarenta que duró el corte. Al no contar con amplificación, en algunos sectores esa música sonó como murmullo, pero fue todo un gesto.

 

Sintéticamente, podría decirse que hubo que hacer un corte de la vieja fase y un empalme nuevo para poder dotar de energía al escenario. Recién cuando faltaban diez minutos para las dos, el animador Cristián Bazán volvió para arengar al público y mandar casi sin demoras al campo de jineteada donde esperaban 28 montas en la categoría Bastos con encimera lisa.

¿La mala? Mientras Alfredo Quintana, de Chaco, montaba a La Tabaquera de Dupraz, la yegua se quebró la pata trasera izquierda y con mal pronóstico: su carrera como reservado había quedado en la gramilla del José Hernández y todo apuntaba a que podría ser sacrificada.

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Casi de inmediato, se suspendió todo lo que antecedía en la grilla al cruzdelejeñoJairo que hizo su ingreso al escenario alrededor de las dos. No sorprendió que iniciara su repertorio cantando La balacera, una de las tantas piezas en las que compartió autoría con Daniel Salzano. Y ni bien terminó la versión, se animó a esbozar unas palabras de despedida, visiblemente emocionado: “No es fácil decirle adiós a un amigo, a un compañero de ruta. Gracias a Dios que fui tu amigo”. Y allí desgranó un par de canciones más de coautoría con Salzano, entre ellas, Los enamorados, una canción que no cantaba en este escenario hace tiempo. Después, sorprendía con el clásico de Violeta Parra Gracias a la vida y poquito después conVagabundear de Joan Manuel Serrat. Lo que no sorprendió fue que Jairo se ocupara del recordatorio a Yupanqui interpretando Chacarera de las piedras. O que explicara que Antiguo dueño de las flechas es una obra que viene cantando desde 1974 y a la que le sigue encontrando maneras de versionarla distinta. Más allá del apagón, el público no abandonó sus ubicaciones en la noche inaugural y salvando algún silbido o algún aplauso nervioso, lo que significaba que estaba dispuesto a hacerle el aguante al Festival en sus 50 años.

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