«El fútbol femenino en la Argentina tiene una tradición de lucha muy importante»

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Ayelén Pujol es la autora de «¡Qué jugadora!», el libro que recorre la historia y el presente de la disciplina en el país. Por qué a las mujeres se les negaron espacios y reconocimientos en el deporte, y el valor del movimiento feminista para generar una revolución también en el mundo de la pelota.

«¡Qué jugadora!» es el nombre del libro que escribió Ayelén Pujol, periodista y jugadora del Norita FC, el equipo que rinde homenaje a Nora Cortiñas (titular de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora). Al calor de todos estos cambios que se vienen sucediendo, y de cara a la participación de la selección argentina en el Mundial de Francia 2019, entrevistó en un lapso de casi dos años a jugadoras, ex jugadoras, árbitras, delegadas de equipos, periodistas y demás personalidades del fútbol femenino nacional para intentar desandar el pasado, el presente y las perspectivas a futuro de la disciplina.

«Lo que me llevó a escribir este libro es que no conocíamos nuestra historia, pero también está atravesado por mi historia personal: yo quise jugar al fútbol. Me pregunté quiénes eran nuestras ídolas, cómo es que no teníamos historia, quiénes fueron las primeras… Las cosas suceden porque hay un pasado, un recorrido, todo nace de algún lado. Yo tenía la certeza de que nosotras no conocíamos esos inicios, por algo teníamos posters de varones en nuestras habitaciones. Nuestros ídolos eran solo varones porque eso era lo que conocíamos.Esos disparadores fueron lo que me empujaron a tratar de meterme en estas historias nunca contadas para conocer sus orígenes, con la premisa de que no hay presente y no puede haber futuro si no hay un pasado y si no lo conocemos», explicó Pujol.

«¡Qué jugadora!» busca, además, romper con sentido común instalado de que ahora las mujeres juegan al fútbol como si se tratara de una moda. Se zambulle en las fotos en blanco y negro, en las hemerotecas y en los archivos para descubrir que en Argentina las mujeres juegan al fútbol desde 1923, y que tienen ídolas, heroínas y mártires. «Lo que aporta este libro es que le podemos poner nombres a todas ellas o incluso escuchar sus voces y leerlas», recalcó la autora de este material que recorre historias como las de Amalia Flores, Betty García, Elba Selva, Estefanía Banini o Macarena Sánchez.

Las «Carlitos», las «machonas», las «marimachos» o las «tortilleras». Esas fueron históricamente las que jugaron al fútbol en Argentina. Pujol se apropia de esas definiciones y apuesta visibilizar la lucha de las que se hicieron fuertes en uno de los grandes reductos machistas de la sociedad: «El fútbol es donde hay mayor resistencia a que la mujer ocupe lugares de protagonismo por el tipo de masculinidad que genera, la cual se caracteriza por el odio a lo diverso, a lo distinto o a lo diferente, y por el hecho de que hay características como la potencia, la garra o la agresividad que solo deberían pertenecer a los varones».

Respecto de la caracterización que históricamente ha tenido el fútbol femenino en nuestro país, agregó: «Eso está relacionado con el lugar que las mujeres teníamos asignado en la sociedad, que era el del cuidado, el de la casa, el de las tareas del hogar. El fútbol está pensado como un espacio muy machista, donde incluso se construye un solo tipo de masculinidad, la cual por supuesto no contempla la presencia de mujeres. Por ejemplo, al Mundial de 1971 en México los medios le prestaron muy poca atención y eran mujeres las que estaban protagonizando. Así como no se mostró la historia y el recorrido de las mujeres en un montón de ámbitos como la política, la música o la cultura, el teatro, en el fútbol pasó lo mismo».

Para reafirmar esta visión, la autora comentó que en las tapas de El Gráfico, la revista de deportes por excelencia, los protagonistas eran los varones. Cuando aparecían mujeres, lo hacían en calidad de hinchas, madres o esposas de jugadores, o personas que trabajaban en las tareas de cuidado dentro de los clubes (las que cocinaban o las que se encargaban de los chicos de las inferiores). Las jugadoras (tampoco a las árbitras, que tienen un capítulo dedicado exclusivamente en el libro) no aparecían. Recién en el último período, tras los reclamos que encabezaron las integrantes de la Selección Mayor y también Maca Sánchez, comenzaron a tener otro tipo de representación mediática.

Para Pujol esta transformación en la forma de mostrar al fútbol femenino no es casualidad y es uno de los logros de la lucha del movimiento feminista.

«Los cambios y la difusión están estrechamente vinculados con la lucha de las mujeres en el último tiempo. El movimiento feminista, que existe hace mucho en Argentina y que tiene triunfos históricos como el derecho al voto y otros, también tomó los derechos de las mujeres en el fútbol como un territorio a conquistar, algo que antes no sucedía. Mónica Santino, que fue vicepresidenta de la CHA (Comunidad Homosexual Argentina) cuenta en el libro cuenta que para las mujeres de los movimientos feministas ‘el fútbol era un juego de 22 boludos que iban detrás de la pelota’. Es decir, había algo ahí que parecía que no era para las mujeres. Las redes sociales también ayudaron un montón a la lucha de las propias jugadoras, que fue colectiva. En el pasado hay historias de mujeres que pelearon: el fútbol de mujeres argentino está caracterizado y tiene una tradición de lucha muy importante. Las últimas peleas, con mujeres deseosas de conocer las historias de otras que tienen derechos para reivindicar o que viven situaciones de mucha desigualdad, estaban listas para tomar ese reclamo y ser protagonistas», planteó.

Pero la periodista no se limita al fútbol institucionalizado. También bucea entre lo que piensan y sienten las jugadoras de potreros, las de las canchas alquiladas, las que juegan con sus amigas, y que hoy viven un momento muy especial. Como la autora lo define: «una verdadera revolución».

«Hoy hay un fenómeno muy particular de chicas que juegan al fútbol porque llegan desde el feminismo. Quieren conquistar derechos ahí y hacer cuerpo situaciones que no eran comunes, quieren jugar al fútbol para tener una vivencia corporal y emocional muy distinta a la que estaban acostumbradas«, concluyó Pujol.

FUENTE: Infobae

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