Desde hace unos años, el Centro Vecinal de barrio Catedral viene trabajando para generar concientización sobre el cuidado del medioambiente. No solo lo hace con los residentes del sector, sino que también involucra a las instituciones educativas. Uno de los proyectos había sido la instalación de cuatro cestos de basura para el depósito exclusivo de botellas plásticas, un recurso que Arístides Toncovich, un microemprendedor ambientalista, está utilizando para generar ladrillos plásticos para la construcción.
“Pensábamos que estaba bien que la gente tuviera un lugar de referencia para llevar las botellas, pero luego nos surgió el qué hacer después, si todo iba a parar a un mismo lugar. Entonces apareció este hombre, que con su microemprendimiento se ofreció a solucionarnos el problema de qué hacer con el residuo plástico”, señaló el vecinalista.
“Ya venía trabajando haciendo ladrillos ecológicos de suelo cemento, me interesó el tema del reciclaje de plástico y cómo darle forma. Me puse a investigar, en Córdoba había producciones de ladrillos de plástico, en Mendoza distintos organismos construyeron una casa de plástico pero a lo que apunto es a la construcción de un ladrillo totalmente de plástico”, sostuvo Toncovich.
“Cuando vi que la gente del Centro Vecinal de barrio Catedral estaba con el proyecto de las botellas plásticas me contacté con ellos con el objetivo de reciclar el material. De esta forma nos damos una mano mutuamente”, destacó.
Según el microemprendedor, pese a las ventajas de la construcción ecológica, en nuestra zona hay pocos profesionales vinculados con la arquitectura sustentable. “En el país no está todavía muy difundida la utilización del ladrillo de plástico. Sin embargo, en México hay empresas que ya construyen con estos materiales y en China también”, comentó.
La iniciativa se basa en triturar y compactar el plástico de unas 30 botellas para lograr un ladrillo que tiene casi las mismas medidas y capacidades constructivas que uno de barro cocido tradicional, pero es más liviano, más aislante y su producción no daña el medio ambiente, según su creador. Además, presenta una solución al problema de la basura.
“Para construir un ladrillo de unos 800 gramos, le van más o menos 30 botellas plásticas», asegura.