Ernesto Ardito tiene 44 años y es cineasta. Sus filmes obtuvieron 42 premios internacionales y, aunque también ha realizado historias de ficción, se especializa en documentales. El último, que se estrenará el 6 de abril, es Ataque de pánico y es una producción que responde no sólo a sus inquietudes profesionales sino también a una situación personal: él sufrió ataques de pánico en 2008 y comprobó la importancia de hablar sobre el tema.
“Me di cuenta del sistema de soledad que se va generando y que se convierte en un círculo vicioso. Ni siquiera tus familiares entienden lo que te pasa y, cuando encontrás a alguien que sufre lo mismo, te das cuenta de que no estás solo”, afirma.
Comenzó su investigación ya en 2008, pero –reconoce– fue realizándola de a poco, en parte porque en el medio dirigió otros proyectos, pero también por la intención de profundizar. El proceso incluyó entrevistar a 12 personas que también sufrieron ataque de pánico, al tiempo que también consultó a profesionales del equipo de salud que aportaron distintos puntos de vista: médicos neurólogos, licenciados y doctores en Psicología.
La explicación que se desarrolla en el filme es que el trastorno responde a una alteración en el sistema de alarma de nuestro organismo, compuesto por distintas áreas cuyo comportamiento se modifica ante la presencia de un peligro, para generar una respuesta que tienda a mantener la integridad.
Sostiene que hay individuos proclives y entornos o eventos detonantes. Y que el ritmo de vida actual, en el cual las situaciones de peligro son comunicadas y exhibidas permanentemente a través de los medios de comunicación y en las que se alienta una carrera por el consumo, ha generado un aumento de este desorden.
“Ahora, el ataque de pánico es diagnosticado por médicos clínicos, antes era difícil llegar al diagnóstico y las personas eran sometidas a tratamientos que podían empeorar su situación”, destaca el cineasta, en base a su investigación. De hecho, el filme expone la hipótesis y descripciones científicas que afirman que Charles Darwin sufrió ataques de pánico enmascarados por síntomas que no tenían explicación y que le produjeron un marcado deterioro en su calidad de vida. La revolucionaria teoría evolucionista, de la cual fue autor y que se impuso a la idea del hombre como fruto de la creación de Dios, habría provocado un impacto emocional y un sentimiento de orfandad asociados a su trastorno.
Algunos de los síntomas descriptos por las personas que dieron su testimonio en el documental fueron mareos, ahogos, sudoración, temblores, distorsión de la percepción del entorno y hasta desmayos. Ardito cuenta que, cuando esas manifestaciones se pasan o son controladas, permanece el temor a sufrir un nuevo episodio y hasta a transitar por los lugares en los cuales ocurrió o realizar actividades que se hacían en esos momentos. Eso promueve una tendencia al encierro que deriva en una agorafobia, lo cual potencia los temores porque el contacto con la realidad está mediado y lo que más llega son imágenes o informaciones amenazantes.
Algunas investigaciones realizadas relacionan este trastorno a una personalidad en la que prevalece la búsqueda de control y la autoexigencia, y el cineasta dice identificarse con esa descripción, algo que –afirma– se ve reforzado por su profesión, en la cual se combinan la inestabilidad propia de un trabajo independiente y la responsabilidad de una creación integral, con personas a cargo.
El punto de vista de paciente también intervino en la elección de imágenes y el diseño de la estética del filme, con escenas que remiten al entorno amenazador y oscuro que percibe quien lo padece.
Quién es: Ernesto Ardito (Buenos Aires, 1972). Estudió la carrera de Comunicación Social en la UBA y Cine en el Instituto de Arte Cinematográfico de Avellaneda. Dictó seminarios sobre cine documental en diferentes universidades del mundo, principalmente en Estados Unidos, México y Alemania. Fundó junto a otros cineastas las asociaciones nacionales de documentalistas Doca y RDI. Está casado con Virna Molina, con quien trabaja en sus películas. Con ella tiene dos hijas de 20 y 18 años.
Sobre el documental: “Ataque de pánico” (2017), 76 minutos. Fue filmada en Buenos Aires, Bariloche, París y Nueva York. El 6 de abril se estrena en simultáneo en el cine Gaumont, de Buenos Aires, y en todo el país en video on demand a través de la plataforma Odeón del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales.