«Parece que los niggas están tratando de sonar como sonaba yo», canta The Weeknd en «Reminder». Irónicamente, años después de reinventar el R&B en clave drogona y sexópata en House of Balloons, su icónico primer EP, el cantante de Toronto se forjó una rutina familiar. Sabemos que sus canciones van a explorar el amor como una forma tortuosa de dependencia; que va a alardear acerca de sus incursiones en el mundo de los autos de lujo y las mujeres casi mitológicas; y que las bases van a tener un lustre sintetizado que brille como el papel de una revista Vogue.
En el pasado, Abel Tesfaye conseguía demostrar algo de ingenio más allá de sus trucos gastados. Kiss Land ofrecía una reversión de la darkwave de los 80 y meditaciones inspiradas sobre el primer subidón de fama internacional. Y Beauty Behind the Madness fue un sorprendente paso en dirección a la estratósfera del pop, con picos que compensaban sus temas flojos. Sin embargo, Starboy está lleno de clichés.
La mencionada «Reminder» es una de las mejores canciones del disco. «Acabo de ganarme otro premio en un programa para chicos/Hablando de no sentir la cara por una bolsa de merca», dice en referencia al hit con el que conquistó el mundo, «I Can’t Feel My Face». «Y yo pensaba, la puta madre, no soy un ídolo adolescente.» En «Sidewalks», con un cameo de Kendrick Lamar, putea más todavía: «Mucha gente piensa que me inventó/Bueno, si realmente me inventaron, entonces reemplácenme».
Aun así, Tesfaye debería revisar su propio estado de situación. 2016 nos dejó una gran cantidad de soul increíble, ya sea a través del R&B politizado de las hermanas Knowles o las declaraciones de ambient profundamente emotivas de Frank Ocean. The Weeknd debería estar empujando hacia adelante junto a esos pioneros. En su lugar, saca un tema como «Secrets», un cataclismo ochentero empalagoso que flaquea en un estribillo superficial sacado de «Talking in Your Sleep» de The Romantics. «Rockin'» tiene un ritmo de garage-house contagioso, cortesía de los productores Max Martin y Ali Payami, pero lo único que puede hacer The Weeknd es responder con un estribillo tosco. Líricamente, ofrece sobre todo banalidades. «La gente siempre habla de las que se van/A mí siempre me tocan las que se quieren quedar», canta de manera poco convincente. Es aún peor cuando dice: «No tiene tiempo para amar/Su marido es Louis Vuitton» en «Six Feet Under».
Más allá de su exagerada duración y su exceso de rellenos, Starboy tiene algunos picos. «Die for You» es un lento eufórico en el que finalmente emplea la sinceridad poética que lograba con tanta facilidad en el pasado. Y «I Feel It Coming», una gema de disco de Ibiza soleada y fresca, le permite a The Weeknd abandonar brevemente su imagen cada vez más obsoleta de criatura impenitente de la noche. Pero para los viejos fans que creen que Tesfaye es uno de los mejores artistas de R&B de la década, Starboy será una desilusión.
Mosi Reeves
Source: Musica