Incesto: la excusa “genética” del sexo entre padres e hijos

0
1324

Una mujer que está dispuesta a ir a la cárcel con tal de casarse con su hijo reabrió un debate sobre la prohibición cultural más básica. Mito, tabú, romances clandestinos y el caso de los “amantes imposibles”. El análisis de los especialistas.
0010776427
Mónica Mares y su hijo Caleb Peterson irán a juicio el próximo 15 de septiembre en Estados Unidos por mantener una relación sentimental “prohibida”. En caso de que el juez los encuentre culpables por el delito de incesto podrían terminar presos. Ellos aseguran estar dispuestos a “arriesgarlo todo”: decidieron hacer público su romance con el objetivo de “defender las relaciones de Atracción Sexual Genéticas (GSA, por sus siglas en inglés)”.

El concepto de GSA se usa para amparar casos de familiares que se sienten atraídos el uno por el otro al conocerse de adultos, tal como ocurrió con Mónica y Caleb. Ella lo dio en adopción cuando era un bebé, él la buscó por Facebook al cumplir 18 años, se reencontraron y ambos aseguran que sintieron “amor a primera vista”.

Casos como el de esta pareja, que implican un reencuentro entre padres e hijos en la adultez, desatan la polémica porque los protagonistas se apoyan en que sufren un supuesto “desorden genético”, y aseguran que no generaron una relación “edípica” entre ellos porque fueron completos desconocidos hasta ese momento. ¿Existe esta patología o hablar de GSA es una excusa de quienes buscan darle una explicación clínica a sus deseos sexuales por un familiar cercano?

Para la psicoanalista Alejandra Guerra, amparar la “atracción” entre madre e hijo con un argumento de este tipo “está muy en sintonía con esta época, en la que se pasa por alto la singularidad del síntoma -que hablaría del padecimiento de cada persona- y se busca darle una explicación general, más relacionada al DSM (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales)”.
EL ARGUMENTO DE LA GSA

El término lo acuñó en 1980 la estadounidense Bárbara Gonyo, quien era miembro de “Truth seekers in adoption”, un grupo de apoyo a personas adoptadas y sus familiares. Por ese entonces, publicó el libro “Soy su madre, pero no es mi hijo”, en el que cuenta su historia al reencontrarse después de 16 años con el chico que dio en adopción cuando era un bebé. En su escrito, indica que existen muchos familiares que se reencuentran en edad adulta y sienten una fuerte atracción sexual, a diferencia de lo que sucede con las personas criadas juntas. Esto va en línea con la teoría del “Efecto Westermarck”, que indica que quienes vivieron cerca durante los primeros años se volverían insensibles a la atracción sexual entre sí. La teoría de Sigmund Freud apuntaba exactamente a lo contrario: es natural que haya atracción sexual entre miembros de una misma familia criados juntos desde niños, por lo que es necesario que las sociedades creen el tabú del incesto.

En diálogo con minutouno.com, la psicóloga Yolanda Weiss desmiente la existencia de la GSA y sigue la línea freudiana para historizar la prohibición: “Ya los mitos de los griegos hablaban del complejo de Edipo, quien era castigado por los dioses. Evidentemente, en casos de incesto existe una confusión entre dos tipos de afecto, el de ternura y el sexual. El afecto hacia un hijo es de ternura y hacia una pareja es sexual, pero el incesto se da en casos en que no se pueden separar ambas cosas”.

LOS AMANTES POSIBLES

Kim West tenía 51 años cuando se reencontró en 2014 con su hijo Ben Ford, de entonces 32, a quien había dado en adopción una semana después del nacimiento. A los pocos días de volver a verse, Ben decidió terminar con su esposa para escapar junto a su madre e iniciar una relación de pareja con ella.

Los medios ingleses los bautizaron “los amantes imposibles”. Pero en realidad, su romance fue posible: viven juntos en Michigan, dicen tener una conexión sexual “alucinante” y aún buscan tener un hijo biológico. Para explicar su relación, también usan el argumento del GSA.

“Sé que la gente va a decir que somos repugnantes, que debemos ser capaces de controlar nuestros sentimientos, pero cuando uno es golpeado por un amor que te consume, estará dispuesto a renunciar a todo por él. Hay que luchar por él. Es una oportunidad única y algo a lo que Ben y yo no estamos dispuestos a renunciar”, declaró hace poco la mujer.

COLA DE CHANCHO

A lo largo de la novela Cien años de soledad, la familia Buendía vive bajo una advertencia: todos conocen la “maldición” de que los bebés fruto del incesto nacen con cola de cerdo. ¿Dónde se origina el mito que retoma Gabriel García Márquez? “Desde el punto de vista biológico, cuando dos familiares cercanos tienen un hijo se potencian genes recesivos y las enfermedades. Entre grupos étnicos que mezclan sus genes se producen enfermedades recesivas, y eso está basado en factores biológicos”, explica Weiss y recuerda: “Por eso, en las cortes europeas que se casaban entre ellos les nacía el hijo bobo. Esto no es un mito, tiene que ver con que en los grupos endogámicos se potencian las enfermedades”.

Hace tres meses, un hombre logró que la Justicia británica le concediera el derecho a acceder a una indemnización por ser el fruto de un incesto entre su madre y su abuelo, que empezó a abusar de ella cuando tenía apenas 11 años y la nena tuvo un niño parcialmente sordo, con visión disminuida y problemas de aprendizaje. Además, el hombre sufre de epilepsia, todo como resultado de la mezcla genética entre un padre y su hija.

La atracción sexual puede existir pero, en caso de consumarse, se concreta el incesto y se viola el pacto social de prohibición. Sin embargo, no sólo se rompe una regla implícita: existen leyes en diferentes países con fuertes penas -incluso de prisión efectiva- para quienes mantengan relaciones de incesto. “Si me encierran por amar entonces que lo hagan. No hay manera de que nos separen”, dice Mónica Mares y desafía a la Justicia, que dará su sentencia el próximo 15 de septiembre.


Incesto: la excusa “genética” del sexo entre padres e hijos
Noticias Internacionales

Comentários no Facebook