Lizy Tagliani, una estrella genuina al alcance del público: «La gente me pide que no me olvide de dónde vengo»

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La flamante conductora de El precio justo: su fuerte historia de vida, el amor y mucho más.

Pero este presente de éxito -que incluye hasta un Martín Fierro de Radio- es el resultado de un largo y doloroso camino. La historia de Lizy comenzó 48 años atrás en Resistencia, capital del Chaco, un 12 de septiembre de 1970. Resta decir, en una Argentina y un mundo muy distintos a los de hoy. Para los primeros días de octubre, la joven Celestina había tomado las pocas pertenencias que podía llamar suyas y a Luis, su bebé recién nacido, para forjarse un futuro en Buenos Aires.

Con valentía, renunció a su historia, a sus cuadras y a su vida para evitar la mirada prejuiciosa por ser una madre soltera. Para no separarse de su hijo porque “si eras una mujer sin marido, a tu bebé lo regalabas; o te criaba tu abuela haciéndose pasar por tu mamá”. Y ella quiso ser su madre y, para eso, dejó todo.

La infancia de Lizy estuvo plagada de carencias materiales, pero nunca de amor. Recién conoció lo que era una ‘ducha’ a los 7 años porque hasta entonces se bañaba con una lata de aceite de cinco litros que su madre calentaba. A pesar de las adversidades, jamás perdió el humor ni la capacidad de reírse de sí misma, rasgo que heredó de Celestina y que la convirtió en una estrella al alcance del gran público.

“Creo que la gente me quiere por mi historia de vida. Supongo que también por la honestidad, porque tengo valores inculcados por mi familia muy marcados y eso se nota. Que haya llegado adonde llegué, eso quedó en la gente; y siempre me remarcan eso, que no cambie nunca, que mantenga la humildad y no me olvide de dónde vengo”, comenta Tagliani, quien no puede evitar emocionarse cada vez que recuerda a su madre, fallecida a fines de 2011.

El amor le llegó por primera vez a los 13 años. Lizy se había hecho unas lolas con unas medias en las que ponía piedritas y, en un viaje en tren, conoció a Alejandro, un chico de Banfield. El último andén de la estación Remedios de Escalada, de la línea Roca, fue su refugio de enamorados. Para aquel entonces, Lizy ya se vestía como mujer en todo momento salvo para ir al colegio, donde tenía prohibido manifestar su verdadero ser. Y, a los 16, un hecho la marcó de una vez y para siempre. Ese día, asegura, se sintió aceptada.

Su padre del corazón, Jorge Tagliani -quien compartió 26 años con su mamá y murió en septiembre pasado, un día después del cumpleaños de Lizy – la encontró en la cola de un boliche de zona sur. «Si te querés vestir de mujer, vos me avisás y yo te compro la ropa. No quiero que uses nada prestado ni que te cambies en la casa de tus amigas», le dijo. Incluso, hasta le hizo unas bolsitas con mijo para que Lizy usara de relleno en sus corpiños.

FUENTE: Ciudad Magazine

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