Aerosmith homenajeó a los Beatles y se despidió de Argentina

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Fotografía de Rodrigo Alonso. Fotografía de Rodrigo Alonso. Fotografía de Rodrigo Alonso. Fotografía de Rodrigo Alonso. Fotografía de Rodrigo Alonso. Fotografía de Rodrigo Alonso. Fotografía de Rodrigo Alonso. Fotografía de Rodrigo Alonso. Fotografía de Rodrigo Alonso. Fotografía de Rodrigo Alonso. Fotografía de Rodrigo Alonso. Fotografía de Rodrigo Alonso. Fotografía de Rodrigo Alonso. 

Sobre el tramo final del setlist, después de casi dos horas de show, la batería de Joey Kramer comenzó a cabalgar el icónico rulo descendente de tambores de «Come Together» y por un momento Aerosmith en su show en La Plata se sumergió en un breve lapso de psicodelia glam apuntalado por el goteo milimétrico de Kramer y los graves arrastrados del bajista Tom Hamilton. Allá adelante, en la punta de la pasarela que se desprendía del escenario, Steven Tyler y Joe Perry se agolpaban sobre un mismo micrófono para cantar a dúo el clásico beatle -el mismo que eligieron los Rolling Stones durante su presentación en el festival Desert Trip y que Aerosmith viene repitiendo en cada una de las fechas de su gira-, como una ofrenda de amor para una de sus influencias iniciales en lo que parece haber sido su último show en suelo argentino.

Pero aunque los rumores del final después de 46 años de supervivencia ya fueron confirmados por la banda, el show en el Estadio Ciudad de La Plata, en el marco del tour Rock N’Roll Rumble – Aerosmith Style 2016, no tuvo clima de despedida ni golpes de nostalgia. Por el contrario, Aerosmith se mostró como una banda en estado vital, capaz de recrear lo mejor de su historia con una buena dosis de emotividad pop y salvajismo hardrockero representada desde la voz y el cuerpo de Steven Tyler, que a sus 68 años sigue resultando un frontman avasallante gracias a la potencia aguda de su voz y a la pregnancia histriónica y expresiva de su figura.

A pesar de su efectivo encadenado de clásicos inapelables de la cultura pop de finales del siglo pasado como «Crazy», «Cryin'», «Dream on» -que Tyler comandó en un lapso de intimidad desde un piano de cola blanco-, o «I don’t want to miss a thing» -el hit de la película Armagedón que acá decretó el momento romántico de la noche después de que un hombre le pidiera casamiento a su chica frente a más de 35 mil personas-, lo más sólido de Aerosmith se condensó en «Rats in the cellar», «Last child» y «Same old sond and dance», una vieja tríada de canciones que convirtieron el escenario en un sucio club americano gobernado por las guitarras de Brad Whitford y Joe Perry, que se entrelazaron en largas sesiones de hard-rock y blues, como queriendo reforzar la esencia primal de la banda de Boston a pocos pasos de su desactivación definitiva.

Juan Barberis


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