Cómo es la ópera rock de Los Fabulosos Cadillacs

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La salvación de Solo y Juan – Sony Music, 4 estrellas

Después de 17 años sin editar un disco de nuevas canciones (desde La marcha del golazo solitario, de 1999), Los Fabulosos Cadillacs volvieron a entrar en un estudio para registrar esta ópera rock suprema. En La salvación de Solo y Juan, el León del ritmo se sumerge en una obra conceptual que gira alrededor de dos hermanos huérfanos criados en un faro costero, Juan y Solo Clementi, cuyas vidas devendrán en senderos opuestos: la vanidad del ingeniero exitoso e insensible, y la bohemia del músico subte.

La intro «Obertura del faro», impregnada por el sonido ambiente que producen las olas en una playa desolada, funciona como prólogo de lo que vendrá: un poco más de 50 minutos de un cuento musical que, si querés entenderlo, no podés escucharlo en random. Cada canción representa el capítulo de un melodrama que adquirirá otra dimensión si antes se lee la historia ideada por Vicentico y Flavio con el aporte literario del escritor mexicano Adolfo Vergara Trujillo.

Ahora que las percusiones, los bronces en general y la potencia agitadora de Sergio Rotman en particular, parecen haber quedado en segundo plano, Vicentico y Flavio son el combustible que alimenta la maquinaria de los Cadillacs. A lo largo de gran parte del álbum, la fabulosa big band de ritmos se convierte en un grupo folk/pop de guitarras acústicas en clave intimista. Los hits bailables le dan paso a un álbum sombrío, entre la épica y el misterio, trabajado en cada arreglo con la precisión de un orfebre («No era para vos»).

El decimocuarto álbum de LFC avanza esquivando la zona de confort que llevó al grupo a obtener varios premios Grammy. En «Navidad» no hay vientos ni cueros, sólo una guitarra acústica como base, efectos y coros; aunque los bajos de Flavio continúan superponiéndose a las violas, a veces machacando riffs y otras en modo tapping. «La tormenta» es el ejemplo perfecto: un hit que suena conocido. Los Cadillacs apelan a viejas fórmulas exitosas para vestir una canción en la que conviven el rapeo del estribillo de «Mal bicho» con el ritmo frenético de «El genio del dub». Y ese es uno de los puntos en donde aparece el gen que los llevó a conquistar Latinoamérica en los 90. El otro surge en «Averno, el fantasma», tema que evoca a «Ghost Town» de The Specials procesada con la banda de sonido de Misión: Imposible, en el que Vicentico juega con el lado más histriónico de su voz.

En «El profesor Galíndez» («Soy el profesor Galíndez y me alimento del temor de ustedes, queridos alumnos»), canción que remite a la disciplina del maestro rígido de «Another brick in the wall (Part Two)», la voz impostada del Señor Flavio amenaza con desmoronar en cuatro minutos todo lo construido. Pero capítulo seguido, Vicentico vuelve a tomar el control con «Mamá» y el disco recupera el clima melancólico que atravesaba. La atmósfera se vuelve tan densa que el grito de «Libertad» del estribillo se torna asfixiante.

Más allá de algunos lugares comunes, la batucada conocida de «Matador» y la frase de eslogan en «La música salvará al mundo», los Cadillacs parecen haber evolucionado en forma grandilocuente. Vicentico y Flavio reinventan a LFC para salir de gira junto con sus hijos adolescentes apoyados en el trabajo más ambicioso de sus carreras.

Por Bruno Larocca


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